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El pasado 27 de agosto sobre la playa Cap Martin, al sur de Francia, el arquitecto sin título, Le Corbusier, de 78 años de edad, y considerado un moderno demasiado moderno para su época, fue hallado muerto a causa de un paro cardíaco.
Para homenajearle, hemos pensando en enseñaros el fantástico artículo que realizan ObrasWeb para homenajear e Le Corbusier y su gran paso por la arquitectura moderna. ¡Gracias por enseñarnos tanto!
El silencio. Eso es lo que más recuerda el arquitecto mexicano Teodoro González de León en la manera de trabajar de uno de los arquitectos que más influyó el quehacer del siglo XX, Le Corbusier.
Conceptos como la planta baja sobre los pilotes, la planta y la fachada libres, la ventana alargada y la terraza ajardinada llegan, incluso hasta nuestros días, y de hecho patentizan al arquitecto de origen suizo, como el pionero de la sustentabilidad, por ejemplo.
Para Le Corbusier la vivienda debía ser la máquina de habitar, desde ahí debía generarse una forma de vivir y de felicidad, si es que ésta cumplía en primer término con su funcionalidad.
Criticado por sus ideas, para muchos un personaje enérgico y antipático, y ahora también señalado como fascista por investigadores como Francois Chaslin, Xavier de Jarcy y Marc Perelman, Charles Édouard Jeanneret-Gris (1887) lanzaba preceptos luminosos: «La simplicidad es resultado de la complejidad», «la arquitectura es el punto de partida de quien quiera llevar a la humanidad hacia un porvenir mejor».
Charles Édouard eligió llamarse Le Corbusier tomando el apellido de su abuelo materno Lecorbésier y evocando la palabra «cuervo» en francés, tal vez también en una evocación al poema de Edgar Allan Poe.
Alumno de Augusto Perret, precursor del hormigón, Le Corbusier lo superó y le arrebató el título de padre del hormigón, y precursor del brutalismo. Su influencia fue más allá, alcanzó la planeación de la ciudad. Concibió que «un pueblo bien trazado y construido, daría como resultado una impresión de calma, de orden, de limpieza, e impondría fatalmente la disciplina a los habitantes». Sus ideas en torno a la ciudad fueron puestas en práctica en Chandigarh, en la India.
Llegó a Latinoamérica donde descubre formas orgánicas y materiales más sencillos, y donde piensa que puede replantear las ciudades, al menos de Buenos Aires y Río. Cosa que no ocurre, pero donde sí concretó algunas obras.
Su formación ocurre en la Pintura, pero se traslada al dibujo, la arquitectura, la escultura, el urbanismo y el diseño de muebles.
Algunas de sus obras son: la Iglesia de peregrinación de Notre-Dame du Haut en Ronchamp (1952, Francia), La Unidad de Habitación en Marsella (1947); Villa Fallet (1906, Suiza); Immueble Clarté (1932, Suiza), Edificio Gustavo Capanema (1936, Brasil); Casa Curutchet (1953, Argentina), Sede la Organización de las Naciones Unidas (1952, Nueva York), Museo Heidi Weber (1967, Suiza).
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